La esperaba
en el bar mientras deliraba en la profundidad de la locura de pensar en el
arcoíris después de la tormenta y ni siquiera volaban los papeles escritos a
manos de algún amor perdido.
Pero no fue
así, la vi caminar con su andar típico de ella; llega y su buenas noches
diciendo que solo le bastaban 5 minutos que estaba apurada que el gallo la
esperaba detrás de las cortinas para empezar su función.
-En el humo
he aprendido arañar a los dioses para mostrarle mi descontento, caminar y
tropezar, seguir para caer, por eso ya no creo que pueda encontrar alguna razón
para disimular-.
Me
observaba, cómo entendiendo mis penas, pero no me quiso abrazar, controlaba
cada espuma del vaso a medio terminar para poderse marchar.
No la culpo
que no me quiera tocar,- duro lo que dura un chupetín en la boca-, me conto de
su amor que la lleno de sombra y me dijo que aquí no cabemos los dos….que en
esa plaza patearon su montaña de amor, que los lunes siempre se delata dentro
de 4 paredes con una voz de mierda diciéndole “te creo”.
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