Paso la noche tirada en la cuna, esperando que la luna le
regrese el calor de su piel., desnuda, sobre el colchón frio, que le recuerda
el perfume del que ya no esta.
Ella solo mira su pared, por qué una noche (como esas de
bodas) se marcaron a flor de piel, la pasión invadió toda la habitación solo
eran sonrisas y alegrías, paralizando el espacio, recordando con impulsos esos
labios cada vez que el la besaba, ella se sentía participe de un cuento, o como
que soñaba despierta., la almohada,
único testigo del fuego que creaban dentro de la sartén.
Imagina esa noche, trata de armar la escena…recuerda aquella
vez que se saco la blusa azul y él la miraba sonrojado, mientras se quitaba el
jean degastado. Los besos eternos que recibía, como deleitando sabores del
fruto prohibido y la mano atrevida que la abrazaba y pintaba un arcoíris sobre
el arco de su cuerpo… suspira y sonríe
Entregada., sin fuerzas ni resistencia,.. desnuda sobre el colchón, tratándose de
engañar que de esa manera el perfume de su amor volverá a sentir.
La sonrisa que se regalaban esta desgastada de tantos
parchos obsoletos, dando razón que es más fácil tirar el paquete, que ver lo
que hay dentro de él.
Pasaban las horas y el cuarto comenzó a incomodar, pues
faltaba ese ingrediente que tanto lo caracterizaba a él, su perfume: sumándole
la flor que siempre arrancaba de algún vecino y venia con el cuento de que la
había comprado.
Ahora, son llantos, colchón y tabaco lo que queda de él.
Herida en su alma ya no quiere pendejos en el techo, cree los secretos que su
almohada le conto, porque ella nunca se olvida los golpes de la vida y que
nadie la abrazo.
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