jueves, 7 de marzo de 2013

El silencio no es para mí


El silencio no es para mí

Aquí no habrá protocolos ni siquiera introducción, solo un sincero agradecimiento a la mujer que se llevó mi corazón…
En una tarde aproximada al otoño él la busca… necesita contarles tantas cosas, pero sobre todo quiere verla sonreír… es la historia, de dos corazones que sin buscarse se encontraron en la mesa de un viejo bar. De a poco fueron viéndose en esos atardeceres primaverales, dónde el contexto era mágico- buena música, sonrisas, cervezas y miradas delatoras- no entraba en cuestión el siguiente día laboral, solo él para ella y ella para él.
Parecían dos niños que se habían buscado deseándose intensamente, se venían ocho días a la semana, hablaban sin importar las horas y cada uno por su parte sonreía bajito, entendiendo todo.

Una de esas tantas noches que se veían en el bar, llego la hora de volver a casa, él le acompaña a la parada del micro como un grato gesto difícil de observar y se animó a besarla apasionadamente y con brillos en los ojos ella le susurro “hace tiempo no besaba aquí, me siento como una adolescente”. Él no supo que decir, pero su interior se retorcía ya que finalmente había encontrado a la muchacha que necesitaba. El regreso al barrio se reflejaba en la ventanilla del ómnibus, dónde jugando con las luces de la ciudad sonreía para ella, aunque ella ya se había ido.
La Luna fue la confidente de él, siempre miraba al cielo y pedía por ella, pasaba de a ratos observando los trozos del cielo lleno de luces y sabía que ahí la encontraba a ella, en algún lugar, acompañándole, sentía vida en los colores del horizonte, compartía el sentir por las cosas que ya no sienten, sentado en el pasto mirando a lo lejos, pero pensándola, siempre la tenía presente, dónde él iba ella la acompañaba, quizás para él no era necesario que esté presente en todo momento, porque el momento era el presente, la luna, las estrellas, el horizonte, el alba, las eternas madrugadas se reflejaban en el querer por ella. Con el tiempo creció el amor, se veía compartiendo sentimientos que una vez guardo, sentía que por fin encontró unos brazos para que lo abracen por la mañana.
Siempre buscaba una vaga excusa para poder verla, la sonrisa era el porvenir de él, sentía que la quería como hace tiempo no quería a nadie, si no la veía era un castigo y se moría de ganas de abrazarla.

Llegaron las noches donde era el momento de quedarse a dormir, los abrazos más largos, que mimarse el uno al otro era la monotonía del colchón, donde no existían nada más que ellos dos dejando de lado tantos prejuicios que decían los envidiosos, porque la felicidad que alumbraban era el dolor ingenuo de los mediocres. No recuerdo con exactitud de la dimensión de lo que hacían entre las paredes de ese cuarto mal pintado, solo esos bloques de cemento azul sabrán los rasgos específicos de las noches de amor,  y pasión entre dos personas que se quieren. Él no dormía cuándo ella tendía su cuerpo desnudo en el angosto colchón, solo la miraba, apreciaba la mujer que tenía a su lado,-de su lado-, le acariciaba el cabello tan suave que ni los mosquitos podían escucharlo, sentía el aroma de su cuerpo el perfume que emanaba era la droga perfecta para el éxtasis. El despertador sonaba 5.20am, temprano para ambos, pero no importaba si la noche había pasado  velozmente entre los dos. Yendo al laburo, siempre le acompañaba a la parada del colectivo no quería que nada le pase, pero sobre todo, él la quería seguir viéndola… transcurría la mañana agotadora,  ambos se daban fuerzas mutuamente, no perdían el contacto por más que tenían que atender a algún pelotudo que lo único que hacía era retrasar el mensaje que ellos querían darse.
Se cuidaban, se protegían y se consolaban, tantas cosas paso en menos de 90 días, ni siquiera duraron una estación en un almanaque, pero al compás del reloj se cuidaban mutuamente, tan intenso fue lo que él sentía que era capaz de bajar hasta al infierno para protegerle y darle todo su amor.

Se fueron conociendo lentamente en la habitación mugrosa del muchacho, largas noches allá por mediado de noviembre y todo un diciembre lleno de caricias y besos, sonrisas se robaban, cuidándose y abrigándose el corazón con tanto cariño invadiendo el colchón.

Llegaron a pasar más de 5 Lunas encerrándose en un callejón donde el suspiro era el despertar, todo transcurría como una típica canción del anochecer, dónde las acordes románticos ponen sensibles hasta el clavo rígido.
Fue un lunes por la mañana cuando la sintió por última vez, él sabía que había llegado el telegrama enredado en un tejido de araña, sintió el eclipse en pleno día, como se mastican vidrios, su cabeza estaba cansada, la mente no comprendía lo que estaba sucediendo, pero sabía lo que iba suceder.

Llego el “día D”, en que ella lo cito para despedirlo, la montaña de amor se estaba derrumbando cuando no podía mirarles a los ojos y decirle que todo acabo, que ella había sembrado tiempo atrás en tierra árida y la semilla se secó,  que ahora siente tanto dolor que no puede seguir. Las lágrimas se hacían participe del paisaje de la noche, ella seguía sin poder levantar la mirada porque sabía que había roto su corazón, quería tender su mano con la suya pero se negó porque no le bastaba solo eso, sino un abrazo fuerte y que le diga al oído que todo va estar bien…
Ella se fue llorando caminando por la ciudad, no le importaba los autos ni la gente, ni las luces que había en el lugar, los ojos empapados la conducirán a su hogar, había dejado a la persona que le  había abrazado y ofrecido un mundo lleno de ilusiones... y de él... que se puede decir…se lo vio toda la semana en el viejo bar donde se habían conocidos, pedía una cerveza fría y pedía  vasos para dos, imaginándose que ella  vendría algún día. Lo estuvo esperando con sus ojitos llenos de amor... la espero largas horas, hasta que la ebriedad le permitía, tomaba de su vaso y el otro lo llenaba y lo dejaba al lado, y cada 10minutos tiraba y volvía a servir, por si en algún momento ella vendría a buscarlo, pero… jamás sucedió, jamás ella se acercó. Recordaba los momentos que habían pasados, y se mordía los labios, una catarata caía en su rostro y no le importaba más nada que imaginarla en alguna canción que sonaba.
En su memoria siempre recordara las 5:20am, momento clave del día, era la hora en que se levantaban los dos, y como buen muchacho le acompañaba hasta la parada y con un beso seguido de una sonrisa se despedían mutuamente, despertares únicos, invencibles a los ojos de los demás, momento mágico del amanecer, y ahora ya no está... la sigue buscando en el alba de todas las mañanas, mañanas otoñales dónde extrañar es el saludo de cada despertar.

Las mañanas se le tornan largas sin la presencia de ella, sin su devoción de mujer, la brisa hace recordarla cada vez que toca su rostro,  con la mirada perdida se lo ve, buscándola entre toda la multitud, es un corazón fuera de la ley que no se da por vencido.

 Por las tardes siempre suele sentarse bajo un árbol y mira fijamente el horizonte para poder recordarla llena de colores y así, simplemente sonreír.

Lleva días sin poder dormir, porque se le aparece en sus sueños, y quiere estar despierto para poder regalarle una sonrisa cuándo ella le venga a buscar. Siente que todavía tiene el cariño de ella, lo puede verificar en su colchón ya que pide a gritos por ella, qué las sabanas tienen su perfume y la almohada conserva las metas que ella una vez le conto, es un parque de recuerdos la habitación, no se puede acostar en su cama ya que le falta la voz de ella pidiéndole que le abrase.

Viaja en su fantasía mental, para que el olvido no le llegue jamás, en sus sueños sueña con ella, que vuelva a darle la mano y hacerle sentir especial, observarla detenidamente y ella le regale su sonrisa dulce. Recuerda sus muecas en su rostro cada vez que la veía sonreír… y el con una gran tristeza le pregunta al viento ¿qué le andara pasando?
Puede ser que el fuego en su interior no se apague y esté dispuesto a caminar a su lado, corriendo el riesgo de perder, pero a un soñador no le es fácil rendirse ni dar todo por perdido. Junta fuerzas en el suelo porque tiene la esperanza de que ella vendrá a buscarlo, es el momento más pensando para él. No dará por caído su amor, y en cada “toc toc” que resuene en la puerta, él ira atender anhelando que sea ella.

Escribe poemas y lo deja debajo de su almohada por si un día vuelven a soñar juntos. Se amarra las manos para no molestarla en llamadas, pero todos los astros saben su querer por ella. La extraña como el Sol a la Luna, porqué sabe muy bien que ella es una estrella que siempre está presente por más que no la vea. No solo son vagos recuerdos nocturnos, también de día juega a formar su nombre con las bilingües formas de las nubes y allí se le presenta, en el Horizonte –colorido y profundo-, como es ella.

La necesita ahora mismo, no puede evitar la necesidad de extrañarla al verse tan vacío hoy, solo espera por ella, las luces se empiezan apagar y le vuelven a caer lágrimas en su rostro triste. Quiere acurrucarse en esos brazos que ella una vez le regalo.

Pasan las horas los días, y no hay señales de ella. Así pasa su pensar pensando por ella, con el corazón la desea, con el alma la espera y con los ojos la extraña, con sus manos la crea y su cuerpo la reserva, solo quiere a ella. Seguirá esperando por la llegada de la mujer que le daba  canciones porque siente al corazón sincero cuándo piensa en ella.

Estará sentadito al lado del teléfono, esperando escuchar su voz diciendo que volverá, tiene la fé que el día en que la vea será tan mágico como el momento ideal para reencontrarse con unos abrazos que perduren más que unas noches. La imagina a su lado, cuidándola, protegiéndola, mimándola, enseñándole pero sobre todo amándola. Proteger su corazón y demostrarle el fuego que tiene su interior, llevarle de viaje dónde solo existan los dos.

Desde que la conoció algo lo hizo levantar, ilumino su ser, podrán ser distintos y haber caminado distintos caminos, pero si algo es sincero, es la mirada en los ojos de los dos. Quizás se diga que pierde el tiempo pero el futuro es tan incierto y solo se lucha por lo que se quiere y se pretende sembrar, el presente hay que sembrarlo con amor para que los abrazos  del mañana sean el mejor despertador. Ya no miradas hacia atrás, no importa lo que se diga, solo el bienestar, las barreras que se presentan hay que derribarlas con el corazón, así todo pasara y cruzara.

La va estar esperando porque así lo decide su corazón, quiere tenerla nuevamente en sus brazos, no puede dejar de pensarla un segundo en cada instante.


... seguirá esperando  que Camila diga “Acá estoy mi Amor”.

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