El silencio no es para mí
Aquí no habrá protocolos ni
siquiera introducción, solo un sincero agradecimiento a la mujer que se llevó
mi corazón…
En
una tarde aproximada al otoño él la busca… necesita contarles tantas cosas,
pero sobre todo quiere verla sonreír… es la historia, de dos corazones que sin
buscarse se encontraron en la mesa de un viejo bar. De a poco fueron viéndose
en esos atardeceres primaverales, dónde el contexto era mágico- buena música,
sonrisas, cervezas y miradas delatoras- no entraba en cuestión el siguiente día
laboral, solo él para ella y ella para él.
Parecían
dos niños que se habían buscado deseándose intensamente, se venían ocho días a
la semana, hablaban sin importar las horas y cada uno por su parte sonreía
bajito, entendiendo todo.
Una
de esas tantas noches que se veían en el bar, llego la hora de volver a casa,
él le acompaña a la parada del micro como un grato gesto difícil de observar y
se animó a besarla apasionadamente y con brillos en los ojos ella le susurro
“hace tiempo no besaba aquí, me siento como una adolescente”. Él no supo que
decir, pero su interior se retorcía ya que finalmente había encontrado a la
muchacha que necesitaba. El regreso al barrio se reflejaba en la ventanilla del
ómnibus, dónde jugando con las luces de la ciudad sonreía para ella, aunque
ella ya se había ido.
La
Luna fue la confidente de él, siempre miraba al cielo y pedía por ella, pasaba
de a ratos observando los trozos del cielo lleno de luces y sabía que ahí la
encontraba a ella, en algún lugar, acompañándole, sentía vida en los colores
del horizonte, compartía el sentir por las cosas que ya no sienten, sentado en
el pasto mirando a lo lejos, pero pensándola, siempre la tenía presente, dónde
él iba ella la acompañaba, quizás para él no era necesario que esté presente en
todo momento, porque el momento era el presente, la luna, las estrellas, el
horizonte, el alba, las eternas madrugadas se reflejaban en el querer por ella.
Con el tiempo creció el amor, se veía compartiendo sentimientos que una vez
guardo, sentía que por fin encontró unos brazos para que lo abracen por la
mañana.
Siempre
buscaba una vaga excusa para poder verla, la sonrisa era el porvenir de él,
sentía que la quería como hace tiempo no quería a nadie, si no la veía era un
castigo y se moría de ganas de abrazarla.
Llegaron
las noches donde era el momento de quedarse a dormir, los abrazos más largos,
que mimarse el uno al otro era la monotonía del colchón, donde no existían nada
más que ellos dos dejando de lado tantos prejuicios que decían los envidiosos,
porque la felicidad que alumbraban era el dolor ingenuo de los mediocres. No
recuerdo con exactitud de la dimensión de lo que hacían entre las paredes de
ese cuarto mal pintado, solo esos bloques de cemento azul sabrán los rasgos
específicos de las noches de amor, y
pasión entre dos personas que se quieren. Él no dormía cuándo ella tendía su
cuerpo desnudo en el angosto colchón, solo la miraba, apreciaba la mujer que
tenía a su lado,-de su lado-, le acariciaba el cabello tan suave que ni los
mosquitos podían escucharlo, sentía el aroma de su cuerpo el perfume que
emanaba era la droga perfecta para el éxtasis. El despertador sonaba 5.20am,
temprano para ambos, pero no importaba si la noche había pasado velozmente entre los dos. Yendo al laburo,
siempre le acompañaba a la parada del colectivo no quería que nada le pase,
pero sobre todo, él la quería seguir viéndola… transcurría la mañana agotadora, ambos se daban fuerzas mutuamente, no perdían
el contacto por más que tenían que atender a algún pelotudo que lo único que
hacía era retrasar el mensaje que ellos querían darse.
Se
cuidaban, se protegían y se consolaban, tantas cosas paso en menos de 90 días,
ni siquiera duraron una estación en un almanaque, pero al compás del reloj se
cuidaban mutuamente, tan intenso fue lo que él sentía que era capaz de bajar
hasta al infierno para protegerle y darle todo su amor.
Se
fueron conociendo lentamente en la habitación mugrosa del muchacho, largas
noches allá por mediado de noviembre y todo un diciembre lleno de caricias y
besos, sonrisas se robaban, cuidándose y abrigándose el corazón con tanto
cariño invadiendo el colchón.
Llegaron
a pasar más de 5 Lunas encerrándose en un callejón donde el suspiro era el
despertar, todo transcurría como una típica canción del anochecer, dónde las acordes
románticos ponen sensibles hasta el clavo rígido.
Fue
un lunes por la mañana cuando la sintió por última vez, él sabía que había
llegado el telegrama enredado en un tejido de araña, sintió el eclipse en pleno
día, como se mastican vidrios, su cabeza estaba cansada, la mente no comprendía
lo que estaba sucediendo, pero sabía lo que iba suceder.
Llego
el “día D”, en que ella lo cito para despedirlo, la montaña de amor se estaba
derrumbando cuando no podía mirarles a los ojos y decirle que todo acabo, que
ella había sembrado tiempo atrás en tierra árida y la semilla se secó, que ahora siente tanto dolor que no puede
seguir. Las lágrimas se hacían participe del paisaje de la noche, ella seguía
sin poder levantar la mirada porque sabía que había roto su corazón, quería
tender su mano con la suya pero se negó porque no le bastaba solo eso, sino un
abrazo fuerte y que le diga al oído que todo va estar bien…
Ella
se fue llorando caminando por la ciudad, no le importaba los autos ni la gente,
ni las luces que había en el lugar, los ojos empapados la conducirán a su
hogar, había dejado a la persona que le
había abrazado y ofrecido un mundo lleno de ilusiones... y de él... que
se puede decir…se lo vio toda la semana en el viejo bar donde se habían
conocidos, pedía una cerveza fría y pedía vasos para dos, imaginándose que ella vendría algún día. Lo estuvo esperando con
sus ojitos llenos de amor... la espero largas horas, hasta que la ebriedad le permitía,
tomaba de su vaso y el otro lo llenaba y lo dejaba al lado, y cada 10minutos
tiraba y volvía a servir, por si en algún momento ella vendría a buscarlo, pero…
jamás sucedió, jamás ella se acercó. Recordaba los momentos que habían pasados,
y se mordía los labios, una catarata caía en su rostro y no le importaba más
nada que imaginarla en alguna canción que sonaba.
En
su memoria siempre recordara las 5:20am, momento clave del día, era la hora en
que se levantaban los dos, y como buen muchacho le acompañaba hasta la parada y
con un beso seguido de una sonrisa se despedían mutuamente, despertares únicos,
invencibles a los ojos de los demás, momento mágico del amanecer, y ahora ya no
está... la sigue buscando en el alba de todas las mañanas, mañanas otoñales
dónde extrañar es el saludo de cada despertar.
Las
mañanas se le tornan largas sin la presencia de ella, sin su devoción de mujer,
la brisa hace recordarla cada vez que toca su rostro, con la mirada perdida se lo ve, buscándola
entre toda la multitud, es un corazón fuera de la ley que no se da por vencido.
Por las tardes siempre suele sentarse bajo un
árbol y mira fijamente el horizonte para poder recordarla llena de colores y así,
simplemente sonreír.
Lleva
días sin poder dormir, porque se le aparece en sus sueños, y quiere estar
despierto para poder regalarle una sonrisa cuándo ella le venga a buscar.
Siente que todavía tiene el cariño de ella, lo puede verificar en su colchón ya
que pide a gritos por ella, qué las sabanas tienen su perfume y la almohada
conserva las metas que ella una vez le conto, es un parque de recuerdos la
habitación, no se puede acostar en su cama ya que le falta la voz de ella
pidiéndole que le abrase.
Viaja
en su fantasía mental, para que el olvido no le llegue jamás, en sus sueños
sueña con ella, que vuelva a darle la mano y hacerle sentir especial,
observarla detenidamente y ella le regale su sonrisa dulce. Recuerda sus muecas
en su rostro cada vez que la veía sonreír… y el con una gran tristeza le
pregunta al viento ¿qué le andara pasando?
Puede
ser que el fuego en su interior no se apague y esté dispuesto a caminar a su
lado, corriendo el riesgo de perder, pero a un soñador no le es fácil rendirse
ni dar todo por perdido. Junta fuerzas en el suelo porque tiene la esperanza de
que ella vendrá a buscarlo, es el momento más pensando para él. No dará por
caído su amor, y en cada “toc toc” que resuene en la puerta, él ira atender
anhelando que sea ella.
Escribe
poemas y lo deja debajo de su almohada por si un día vuelven a soñar juntos. Se
amarra las manos para no molestarla en llamadas, pero todos los astros saben su
querer por ella. La extraña como el Sol a la Luna, porqué sabe muy bien que
ella es una estrella que siempre está presente por más que no la vea. No solo
son vagos recuerdos nocturnos, también de día juega a formar su nombre con las
bilingües formas de las nubes y allí se le presenta, en el Horizonte –colorido
y profundo-, como es ella.
La
necesita ahora mismo, no puede evitar la necesidad de extrañarla al verse tan
vacío hoy, solo espera por ella, las luces se empiezan apagar y le vuelven a
caer lágrimas en su rostro triste. Quiere acurrucarse en esos brazos que ella
una vez le regalo.
Pasan
las horas los días, y no hay señales de ella. Así pasa su pensar pensando por
ella, con el corazón la desea, con el alma la espera y con los ojos la extraña,
con sus manos la crea y su cuerpo la reserva, solo quiere a ella. Seguirá
esperando por la llegada de la mujer que le daba canciones porque siente al corazón sincero
cuándo piensa en ella.
Estará
sentadito al lado del teléfono, esperando escuchar su voz diciendo que volverá,
tiene la fé que el día en que la vea será tan mágico como el momento ideal para
reencontrarse con unos abrazos que perduren más que unas noches. La imagina a
su lado, cuidándola, protegiéndola, mimándola, enseñándole pero sobre todo
amándola. Proteger su corazón y demostrarle el fuego que tiene su interior,
llevarle de viaje dónde solo existan los dos.
Desde
que la conoció algo lo hizo levantar, ilumino su ser, podrán ser distintos y
haber caminado distintos caminos, pero si algo es sincero, es la mirada en los
ojos de los dos. Quizás se diga que pierde el tiempo pero el futuro es tan
incierto y solo se lucha por lo que se quiere y se pretende sembrar, el
presente hay que sembrarlo con amor para que los abrazos del mañana sean el mejor despertador. Ya no
miradas hacia atrás, no importa lo que se diga, solo el bienestar, las barreras
que se presentan hay que derribarlas con el corazón, así todo pasara y cruzara.
La
va estar esperando porque así lo decide su corazón, quiere tenerla nuevamente
en sus brazos, no puede dejar de pensarla un segundo en cada instante.
... seguirá esperando
que Camila diga “Acá estoy mi Amor”.
Taaaantoo Amorrr!!!!
ResponderEliminarbello.. simplemente!
Sele