martes, 24 de agosto de 2010

Acompañante invisible

La veo caminar lento, -de día y de noches-, con la sonrisa rota. El viento la acompaña, pues ella nunca tuvo rencor por ese amor que la dejo.
Siempre transita por esas calles grises, donde los árboles alfombran con sus hojas teñidas de color amarillo-naranja.
Hoy amaneció estrellado, -te saluda con un fuerte abrazo-, fracciona el tiempo, con momentos únicos e inigualables.
El frío se tiñe de amor, al dolor lo cambio por sueños. Me enseño que ella es una mariposa, que vuela alto y lejos porque se siente intimidada.
Solo le digo, que vueles lo más alto que puedas, que yo me subiré a un barrilete y te iré a visitar.

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