
Nose como decirte, anoche, me estuviste buscando en un desierto cotidiano, donde las luces de la ciudad son como los árboles de navidad, solo se prenden para una especial ocasión, la ciudad comprada por el miedo. Fuiste al bar, pensando verme sobre la barra, mirabas a tu alrededor y solo veías marionetas., tu no sabes nada de caballos, ni de tierra en los piecitos, ni las tijeras sin filos, ni mucho menos sabes de mi. Anoche: estuve lejos de ti, en una ronda donde las sonrisas nos embriagaban, sentadito con las piernas cruzadas entre mi una guitarra, alrededor rostros iluminados por el fogón, que nos ardía por dentro. Dirás con tan poco., pues lo poco para ti es todo para mi., cosas sin sentido sin nombre, sin figuras ni bellezas, pero con el alma llena. No tenemos agua de la cordillera, tenemos sangre efervescente que desde abajo pasando por nuestro desfigurado cuerpo nos alza sobre marea ardiente. Buscando lombrices en las nubes, dibujando la luna con los patos, y el sol con mi amor.
No quiero volver más, quiero quedarme aquí, con él, y él y ella también. Lejos de ese lugar donde te esteriotipan y uno no se entera. Donde solo te conocen de vista y te juzgan, donde hay un imperio muy grande, y su rey se llama “dinero”, donde la solidaridad es condenada… No, no me busques más ahí, estoy muy lejos de ti, estoy en el campo junto a los míos, con los tamborcitos de fondo, el gallo con su canto dirige la orquesta, y donde reírse es la principal consigna.
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