
Cuantas andanzas, caminos recorridos en la ciudad, ampollas sangrantes sobre el talón. Vientos fríos y desoladores, cuando la térmica era de 50º.
Que solo estaba buscándote, la ciudad un solo hormiguero, y mirando al costado…nadie.
Cuantas veces cante hablando a la luna, las estrellas fueron testigos de mí enloquecer.
Cantando, los gansos pasaban de largo, solo se reposaban murciélagos a mí alrededor.
Fui preso de tu amor. -mi dolor verdugo de tu rencor-. Sin alimento, con porquerías, ya no sentía ese caramelo en mi paladar.
Que bien jugaste, un juguete para vos fui, pero no de plástico -de porcelana- que me tiraste al suelo, y jamás viniste a recogerme..
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